Opinión

Fiestas del Pilar

Ya se acercan las Fiestas del Pilar y pronto la inmortal y heroica ciudad Zaragoza se llenará de alegría, de jotas y pasacalles, de buen humor y de flores para nuestra querida “Virgencica”. Pronto veremos también nuestras calles y plazas repletas de visitantes que vienen a honrar a la Virgen, a conocer nuestra ciudad, a pasear por nuestras calles y a mezclarse con nuestras gentes para disfrutar de unos días entrañables y festivos.

Ya se acercan las Fiestas del Pilar y pronto la inmortal y heroica ciudad Zaragoza se llenará de alegría, de jotas y pasacalles, de buen humor y de flores para nuestra querida “Virgencica”. Pronto veremos también nuestras calles y plazas repletas de visitantes que vienen a honrar a la Virgen, a conocer nuestra ciudad, a pasear por nuestras calles y a mezclarse con nuestras gentes para disfrutar de unos días entrañables y festivos.

Pero, al lado de este júbilo y alegría, me temo que veremos también jóvenes y no tan jóvenes haciendo excesos en la bebida como una forma de salir de su rutina y de la amalgama de problemas cotidianos. Ya sé que a muchos de los lectores estas palabras les sonarán repetidas, que les pareceré el “Pepito Grillo” que cada año se asoma a esta Tribuna con la misma o parecida cantinela. Y no se equivocan, digo lo mismo porque, tristemente, sigue pasando lo mismo y cometiéndose los mismos errores.

Beber alcohol perjudica seriamente la salud, eso es una evidencia científica no una creencia personal. Beber en exceso, abusivamente de forma casi compulsiva, para conseguir una embriaguez importante y rápida, eso no solo perjudica nuestra salud, sino que además es fuente de conflictos de toda índole. Si al alcohol, nuestra droga por excelencia, se le añaden otras drogas, las importadas, el “perico”, los “tripis”, el “speed” o las “pirulas”, el problema se complica sobremanera, tal y como podemos ver en los medios de comunicación.

Beber un poco de vino de Cariñena mientras se degusta un buen ternasco es un placer para los sentidos sobre el que nada tengo que objetar. Pero de ahí conviene no pasar. Es más, si alguno sustituye el vino por agua, pues mejor que mejor. Pero por desgracia no es esa la forma en la que se consume el alcohol actualmente.

Las estadísticas son tozudas y nos dicen que el consumo de bebidas destiladas se dispara cada vez más; que las intoxicaciones severas o graves aumentan y que las intervenciones de los servicios de urgencia por este motivo son cada vez frecuentes. Y esa pauta habitual se incrementa cuando estamos ante las grandes fiestas y celebraciones.

¡Es triste ver a casi niños amorrados a la litrona creyendo que así son más adultos y que se lo están pasando en grande! Me da mucha pena ver cómo algunos, con la ridícula coartada de que estamos en fiestas, destruyen sus neuronas y dañan su cerebro con ingestas de alcohol abusivas y absurdas. Es realmente patético ver a jóvenes que usan las sustancias tóxicas para conseguir ese “puntito” que “ficticiamente”  les da el valor, coraje, decisión o espontaneidad que en otras condiciones parecen no tener.

En fin, sé que me llamarán “aguafiestas”  y “agorero”, pero creo que es necesario que alguien recuerde también que sin alcohol se lo puede pasar uno muy bien. Que sin excesos es como más se disfruta de la vida y de la fiesta y, sobre todo, que siendo comedidos y prudentes obtenemos mucho más placer que cuando traspasamos la línea roja del despropósito y el desmadre.

Vamos a divertirnos, ¡cómo no! Pasémoslo en grande y disfrutemos de nuestras fiestas. Que corra la alegría y el buen humor. Pero, como decía un anuncio antiguo televisivo, “siempre con una copa de menos” y, por supuesto, si vamos a coger el coche, sin ninguna. Estoy completamente seguro que es la mejor opción. ¡Felices Fiestas del Pilar!